Una vela para el diablo no es suficiente. El fuego del infierno corroe en el interior del demonio predilecto.

miércoles, 5 de enero de 2011

Si el mismísimo Lucifer contemplara esta situación desde lo más profundo de sus infiernos; atravesaría mi pecho con una de sus espadas demoníacas. Pero no puedo detenerme... Ni dejar de contemplarle, es tan perfecto... Sus ojos radiantes de amor, destellan ante mi mirada fría y distante, pero puede con ella, y no le intimido.
Siento como poco a poco, mi cuerpo se derrite a causa de ese calor angelical que desprende éste ser...
Presiono los dedos en el mango de la espada antes de desenvainarla para abatirnos en una mortal pelea... Pero no puedo, no quiero, debo, es mi ley, mi religión -si a esto se le puede llamar religión- su cuerpo... Desprende tanta seguridad que me hiela por completo, permitiéndome a sencillamente repiquetear mis dedos en el mango de hilos dorados y rojos...
-¿Por qué no huyes fiel arcángel?
-Porque huir es de cobardes.
-Debo matarte, pero no puedo.
-No puedes, porque sientes.
-Oh vamos, sólo soy un puñetero demonio.
-Un demonio con sentimientos.
-Debe ser eso, el cambio climático ya no sólo cambia al planeta, si no que a los seres más malvados de ésta jodida existencia.
Se limita a fruncir sus hombros y sostener mi mirada mientras su postura se torna serena y baja la guardia.
Vamos, ahora sería perfecto para atravezarte el pecho.
No tardo ni dos segundos en desenvainar la espada y colocarla a la altura de su pecho, presiono, presiono... Vuelvo a presionar...
-Mátame.
-No puedo, joder, ¡no puedo!

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