Una vela para el diablo no es suficiente. El fuego del infierno corroe en el interior del demonio predilecto.

lunes, 17 de enero de 2011

Puedo sentir claramente la sensación de angustia.
Esos pequeños pero intensos cuchillos puntiagudos que se clavan en tu garganta, y por más que intentes tragar una pequeña cantidad de saliva, te duele, te desangras...
A sí me he despertado. Con ganas de matar al mundo, y no, ya he descartado la posibilidad de catarro o plaga; los demonios no nos enfermamos, simplemente somos inmunes a cualquier enfermedad pero...
Me duele.
Supongo que si fuera humano, claramente tendría las "anginas" hinchadas, o una fuerte gripe. Pero estoy seguro, que se llama angustia.
Porque a pesar de dolerme el cuerpo. Tengo los ojos húmedos. Empapados por pequeñas gotas de lágrimas y no puedo comprender el por qué.

Cierro el puño con fuerza y lo apoyo suavemente contra el borde de la ventana para observar con calma el panorama que me ofrece la ciudad.
Es tan apagado y triste. Tan gris...
Y... Seguramente, éste es el tipo de día que me encanta. Pero hoy no, hoy me siento más humano que nunca.
Y me siento triste, siento que... Tengo sentimientos... Y no precisamente de odio, si no que... De amor.
Me estoy volviendo loco maldita sea.

Dejo caer mis rodillas sobre la moqueta, y presiono mis ojos con las puntas de mis dedos. Te necesito, sé que te necesito.
Niego suavemente de lado a lado en busca de una respuesta del silencio con exasperación.

-¿Por qué...? Esto no puede estar sucediéndome. Soy un jodido demonio, un arcángel del infierno, ¡maldita sea!

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