Una vela para el diablo no es suficiente. El fuego del infierno corroe en el interior del demonio predilecto.

domingo, 9 de enero de 2011

La sequedad invadió cada recoveco de mi boca.
Las ansias de beber, de apagar el fuego que se depositaba en mi garganta, se hacía cada vez más fuerte.

Parpadeé repetidas veces al hallarme en un sitio completamente desconocido. Busqué con la mirada mi perfecto e impoluto piso céntrico berlinés.
Nada, aquí no es...
Apoyo la palma de mi mano sobre mi esternón, y la deslizo hacia al lateral contrario aferrándome a mi propio pecho. Pero me es imposible elevar mi cuerpo. Me duele, me destruye.

-Quieto ahí bicho.
-¿Qué demon...? ¿Tú otra vez?
-¿Preferías quedarte tirado en medio de la calle?

Frunzo mis hombros y ese acto me produce un dolor interno insoportable. Lo que me provoca, evacuar un gemido desde el interior de mis labios.
El ángel revolotea sus ojos en el interior de sus cóncavas hasta tornarlos en blanco. Sus pasos son lentos y se aproxima hacia mi posición en busca de calmar mi dolor. Presiona mi pecho con la palma de su mano y con suavidad las heridas se cierran de forma automática.
Abro la boca a causa del asombro y le observo por el rabillo una vez me elevo y apoyo la espalda contra las almohadas.

-¿Por qué me ayudas? Somos enemigos desde que existimos. No lo entiendo.

Ignora mi pregunta. Busca algo en algún sitio con la mirada. Mi espada. No la tengo.
La observo bastante demacrada sobre el sofá de la sala. La vista preliminar me permite ver el apartamento con sólo una ojeada puesto que apenas hay paredes que lo dividen.

-Agradable apartamento, pero te he hecho una pregunta. Es descortés no responder cuando me secuestras. ¿No crees?
-¿Secuestrarte? -Ríe perfilando en sus perfectos y delicados labios la sonrisa más perfecta que jamás he sido capaz de captar.- Sería cumplir una de tus fantasías sexuales.
-Ha-ha. ¿Se supone que debo reírme?

Eleva sus hombros sin más nada que añadir.
Inhalo una fuerte bocanada de aire plasmando en mi rostro un gesto de exasperación

-Dímelo.
-No.
-¿Por qué?

Niega suavemente, mientras recorre de rincón a rincón con pasos suaves y perfectos en busca de algo. Frunzo el ceño y me elevo de golpe para reaparecer antes de él.

-¡Te he dicho que me lo digas!
-No sabes tratar a un ángel como se debe.
-Porque me vuelves loco, te lo guardas todo eres... Eres... -Muerdo mi lengua para no seguir hablando, no quiero verle más, es tan idiota..-
-Lo sé, adorable.

Revoloteo mis ojos hasta dejarlos en blanco ya desesperado.

-¿Sigues sin entenderlo?
-Y si no me lo dices, jamás lo entenderé.
-Se llama sentimiento Soul, sentimiento.

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