Una vela para el diablo no es suficiente. El fuego del infierno corroe en el interior del demonio predilecto.

sábado, 19 de febrero de 2011

CLOSED

13 The end

Y el ángel... El ángel no llegó para salvar al demonio. El ángel hizo lo correcto, escuchó a sus seguidores, y le abandonó en pleno apocalipsis..
Quizás, eso debería haber hecho el demonio, escuchar... Y callar.
Quizás tendría que haber luchado más por su ángel predilecto... Quizás...
Pero ya no se puede hacer nada, ambos cogieron caminos diferentes: Él, será feliz dentro de un tiempo.
Pero el demonio, quién sabe... Quizás lo encuentren, y lo tomen por psicópata suicida..
Pero uno está vivo, y el otro, se murió amándole con cada efímera parte de su cuerpo...
A veces el amor es injusto y doloroso, pero es así... Y no hay marcha atrás.

Fin.

12

Tres meses... Tres jodidos meses son los que llevo esperándole, tal y como le prometí..
Los días se hacen años y los meses siglos... Le necesito... Dios, como le necesito...
Deslizo la cortina del salón con las puntas de mis dedos observando por enésima vez ésta mañana a la calle para ver si observo algún rastro de su persona, pero nada... No hay absolutamente nada.
Me desespero, me vuelvo loco por volver a perderme entre sus brazos... Su calidez tan humana, su perfección angelical.. Y sé, que esto va a acabar mal... Porque somos de mundos diferentes...
Conllevo las puntas de mis dedos hacia mis lacrimales, ejerciendo presión sobre ellos para detener las futuras lágrimas traicioneras.

-Otra vez hacéis aparición estelar hijas de puta... Iros, iros y dejadme en paz, dejad de torturarme de ésta forma...

Niego con molestia sintiendo como las pequeñas gotas de agua salada, siguen traicionándome, para derramarse sobre mi piel y deslizarse con suavidad sobre la longitud de mi rostro. Inhalo una profunda bocanada de aire, y sin más preámbulos, urgo en uno de mis bolsillos de la sudadera, en busca de mi pequeño juguete torturador. Frunzo el ceño, y dejo salir la hoja de la navaja, centelleando su brillo con la efímera luz de la luna que penetra por una pequeña rendija de la ventana.
Deslizo el filo de la misma, y la coloco sobre mis venas en posición vertical, sin miramentos, deslizo con presión sobre mi muñeca, observando como la sangre caliente, brota con desesperación, pero también, su rápida cicatrización...

-Si tuviera algo, algo, lo que sea con esencia angelical, podría matarme, y así... Acabar con éste fuerte dolor...  

Sí, desde que le he perdido, desde que se ha ido sin decir ni siquiera adiós, cada día que le he esperado, cada segundo que ha pasado, habitan en mi profunda mente, unos pensamientos bastante repulsivos y suicidas, peores de los que nadie se pueda imaginar...
Cierro el puño con fuerza para volver a clavar la punta de la navaja en el interior de mi muñeca, de forma bestial que incluso, daño los tendones que van hacia los falanges. Presiono mis labios al sentir el intenso dolor, intentando evadirlo con su perfecta imagen, pero en cambio, sólo consigo sentir un profundo escozor sobre mi piel, y la ebullición de mi sangre..

-Eres peor que un arma letal...

Presiono mis labios con agobio y agotamiento, dejando caer al suelo, el cuchillo completamente impregnado de mi sangre, a la par que veo, que mi muñeca no se cicatriza y que de ella, sale sangre, demasiada sangre...
Presiono mis labios y extiendo de las comisuras para perfilar una triste sonrisa con un pequeño ápice de alegría..

-Parece... Que lo... He conseguido...

Cierro mis ojos con fuerza, repasando su perfecto cuerpo y rostro, mientras de mis ojos, no sale más que unas profundas lágrimas de dolor y añoranza.. Jadeo de dolor mientras un charco de sangre procedente de mi brazo, empieza a impregnarse en mi blanquecina camiseta. Trago una gran cantidad de saliva, entrecortándose la respiración, para darse jadeante.

-Lucifer... Ya... Ya me puedes llevar contigo...

viernes, 4 de febrero de 2011

11º

La alarma rompe mis más profundos y perfectos sueños.
Gruño al exhalar una fuerte bocanada de aire. Deslizo mis dedos hacia mis trenzas para enredarlas entre las puntas de los mismos.
Estiro cada músculo de mi cuerpo, y bajo de la litera de apenas un brinco. Me dirijo hacia la venta y subo la persiana a tope, arrepintiéndome cuando la luz intensa del sol, daña mis oscuras pupilas.
Restrego mis ojos, mientras me abro paso en dirección hacia la cocina buscando algo con lo que matar el rugido de mis tripas.
Deslizo la planta de mi piel por la longitud de mi tibia rascando suavemente la piel, mientras me decanto por un tetrabrick de zumo de piña.
Dejo caer el líquido en el interior de mi garganta, y cuando sacio mi sed y mi hambre, lo vuelvo a cerrar para la próxima vez.

-Con esto ya tendré hasta mañana.

Me aseguro de que cada cosa está en su sitio, mientras memorizo los nombres de mis futuras víctimas.
Subo los pantalones hasta mis caderas, dejándolos perfectamente puestos, deslizo la camiseta de algodón hasta la zona de mis muslos, y desvío la mirada para cerciorarme de que mis alas están donde deben estar.

Envaino mi espada y busco las llaves de la casa.  Cuido una vez más de que cada cosa esté en su sitio y le echo un último vistazo a mi lista. Asiento tranquilamente, y me encamino atreves del oscuro pasillo con sólo una frase en mente "se acabó".
Eso fue lo que exactamente he decidido anoche, olvidarle, arrancarle de mi vida y no volver a saber de él. Al menos eso es lo que quiero. ¿Que si me lo cruzo cuando regrese?
Pues le mataré.
No me importa.
Mi sangre se enfrió, y los demonios no se pueden mezclar con los ángeles, ni para tener una bella amistad, asi que si no me deja en paz, le mataré.
Sé que suena contradictorio, porque ayer le quería y hoy le odio.
Le odio por quererle, eso es cierto. Odio porque él ha roto mis planes, todo eso que me enseñaron desde que era pequeño, esas cosas que debía hacer en el momento justo.
Y no me importa, es lo que me dictaminó mi padre al entregarme ésta espada con una empuñadura de oro, y la voy a hacer valer.
Ningún estúpido ángel vale ni la cuarta parte de ésta espada. A si que, es momento de hacer brillar su valor en el viento y que el sol la haga destellar.
Inhalo una fuerte bocanada deileitándome del aroma a sangre que desprende mi novena víctima, y evacúo una cínica carcajada que retumba en cada uno de los recovecos de ésta oscura habitación.
Flexiono mis rodillas y me dejo elevar para atravesar la ventana y acabar con mi trabajo, volver a casa pronto. Sólo me queda éste mierda y podré volver a casa. A mi dulce hogar.
Suspiro con fuerza, y me encamino por un callejón oscuro, sintiendo como poco a poco la esencia angelical, me repugna, me asquea y me debilita... "Son muchos.."
Exclamo para mi anterior, cuando los diviso desde el rincón más oscuro. Sin conteo por encima, puedo percibir la presencia de 9 ángeles, que van a su completa bola, pero yo no tengo que matar a los 9. Sólo tengo que matar al jefe de la manada.
Desenvaino mi espada para sujetarla por la empuñadura dorada entre mis dedos. Suspiro con fuerza y en un momento de despiste, salgo de mi escondite para enfrentarme a dichos ángeles. Si tengo que matar a los 8 para matar también al jefe, lo haré... Me repugnan, malditos ángeles.
Despliego mis alas y dejo brillar la espada por la luz de un farol. Aproximo mi postura, y conteo nuevamente los cuerpos de mis víctimas: 8. Falta uno, ¡maldita sea!
Niego suavemente y me aproximo al jefe para amenazarle con la punta, rozando su cuello para quemar su piel con la esencia.

-Voy a matarte maldito bastardo. -Gruño entre dientes mientras siento su repugnante esencia colarse como el ácido por mis fosas nasales. Suspiro con fuerza ladeando el rostro, y corto su piel con el filo. Curvo una sádica sonrisa sobre mis labios y me enfrento a los restantes a base de insultos y especulaciones.- ¡Vamos malditos bastardos! ¡Venid a por mi, venga jodidos cobardes! -Les observo completamente exasperado cuando contemplo que yacen completamente fijos en su sitio.

Nada. No sucede nada. Comienzo a sentirme realmente estúpido. Pero no de mueven, ni siquiera hablan sólo me miran sin mover un dedo alguno.

-¿Qué quieres? -Uno de ellos eleva su rostro amenazando con sus gestos. Deslizo mi espada para apoyar la punta en el suelo contra mi cuerpo, cambiando mi postura a una completamente chulezca.
-Mataros. -Evacúo una nueva sádica sonrisa que retumba en cada uno de los recovecos de éste callejón.
-Pues empieza.

Una de las voces retumba a mis espalda de forma que me despisto, volviendo a sujetar mi espada por la empuñadura. Apunto hacia el ángel que yace detrás e inhalo una fuerte bocanada de aire.

-¡¡Joder Lucifer!! ¿De verdad me tengo que ensuciar las manos con estos mierdas? -Vuelvo a sonreír con superioridad. Deslizo mi labio superior por la longitud del inferior mordiéndolo finalmente con el filo de mis dientes.- Muy bien vamos a ello. -Elevo mi espada para aproximarme hacia uno de los ángeles.-
-¿Qué cojones estás haciendo?

Helado... Me quedo completamente helado cuando oigo su voz. No puede ser... ¡Me estoy volviendo loco joder!
Sacudo la cabeza de lado a lado y vuelvo a recuperar mi postura para amenazarle con la esencia. Jadeo con fuerza y elevo la empuñadura para matarlo de una. Pero algo, me lo impide, más bien alguien.

-¿Por qué lo haces?
-¿Y tú... Tú qué cojones haces aquí?
-¿Que qué hago aquí Soul? Pues es sencillo de explicar, a quienes intentas matar son mis amigos... A si que para matarlos a ellos debes primero acabar conmigo.
-No me lo pones complicado.
-Cómo veas.

Frunzo mis hombros y deslizo la punta de mi espada por su pecho observando como el ácido de la esencia quema su piel. Presiono mis labios y ladeo el rostro con constancia. Separo la punta y la coloco sobre su corazón e intento atravesarle el pecho.
Gruño, gruño y otra vez. Pero no puedo...

-¡Que te jodan!

Envaino mi espada y me pierdo entre la oscuridad desapareciendo completamente de ese callejón.
Impulso mi cuerpo con los codos abriéndome paso entre el aire, para perderme completamente en la ciudad.
No tardo en llegar a mi casa, coger la botella de tequila y me dejo caer en una esquina de mi habitación.

-Genial, me he sentenciado.

Trago una fuerte cantidad de saliva sintiendo el escozor del tequila cuando se mezcla con mis propios líquidos.
Pero sólo me apetece beber, al menos, disfrutaré de una buena borrachera cuando llegue mi última hora.
Frunzo el ceño y deslizo mi espalda por la longitud de la pared hasta tumbrarme en el vacío salón de mi casa.
Apenas la luz blanca de la luna, perfila mi silueta y la de la botella medio vacía, puesto que su alcohol restante ya recorre cada parte de mi cuerpo intercambiándose con la sangre.
Entrecierro los ojos y un par de lágrimas traicioneras, se deslizan por mis mejillas, para deslizarse una a una con fuerza...

-¿Por qué todo lo peor me sucede a mi? Maldita seas jodido idiota.

Vacío el alcohol en el interior de mi boca, para tragarlo a buchas y suspiro con fuerza, estallando en una fuerte angustia que rompe con el silencio de mi habitación.
Pero todo se paraliza incluso mis lágrimas.
Un tacto cálido, rodea mis hombros y el latido fuerte de un corazón calma mi respiración.
Cierro los ojos con fuerza, negando la realidad por unos instantes.
Elevo el rostro para observar de dónde proviene la calidad y cierro mi puño en la tela de su camiseta. Apenas separo mis labios para gesticular algunas palabras ebrias consiguiendo con vagueza pronunciar..

-Te quiero.

Sus blancas alas rodean mi cuerpo, intercambiando esencias, sientiendo un mutuo dolor pero un fuerte sentimiento.

-Shht...

Apenas susurra desde sus cálidos brazos, pero yo.
Yo me siento completamente imunisado...

martes, 1 de febrero de 2011

10º

Hace varios días que no sé nada de él.
Nada.
Y cuando digo nada, es NADA.
Aunque lo cierto, es que tampoco estoy por sus lares... Si no que me he venido al país de la pasta y de los hombres con artillería.
Sí, ahí mismo, La bellisima Italia.
Puede que sea por razones de misiones. Pero no le he visto ni la punta de sus trenzas.

Sí, Itialia es hermosa, los paisajes, el amanecer, el anochecer e incluso la sucesión del día. Su principio y su fin. Tan bella... Pero más bello es él.
Y lo cierto, es que pase un día, dos o tres... No soy capaz de arrancarle de mi mente. Aún yace en un pequeño recoveco, su mirada triste desde aquella ventana... Y sigo sin comprender qué es lo que he hecho mal... Sólo he intentado hacerle ver que le quiero... Pero supongo que no es una agradable forma la mía. El espiarle contsantemente y agobiarle, acribillarle a mensajes telepáticos. Supongo que es cierto eso de que los demonios no sentimos.
Y supongo que es cierto, que se rumorea por los infiernos mi "romance" con un arcángel. A si que también supongo que por eso estoy en Italia, y no bajo su portal. Las misiones... No me extrañaría que me salieran tantas. Según uno de mis amos estoy bastante "vago" y un demonio no se gana la vida conquistando, o sastifaciendo sus necesidades vitales como el buen sexo. Si no que todo lo contrario. Asesinando a ángeles.
Y eso he hecho éstos últimos días. No me ha sido difícil. Por alguna u otra razón están más que débiles. La plaga comentan algunos, es como... La peste negra hace unos cuantos siglos atrás. Me falla la memoria para ser con exactitud -supongo que me podréis entender, los humanos a veces ni recuerdan lo que han hecho el día anterior o mismamente qué han desayunado, como para recordar más de cien guerras y doscientas batallas. Para ser sinceros, mi mente no es un pendrive que almacena de forma masiva en su interior. Ni tampoco consto de 16 GB, y la facilidad de copiar y pegar información dentro de un archivo para saberlo tal cual. Pero... ¿Sinceramente? Poco me importa.
Sin desviarme del tema...
Los ángeles están cayendo uno a uno, y la ley de compensación, -como dice el Libro de Enoc-, nos deja como una gran mayoría, puesto que La Plaga no nos afecta en lo más mínimo.
Reviso mi lista de ángeles caídos, ceriorándome de que mi trabajo no está muy mal hecho.
Finalizo la primer lista de nombres, tras tachar cada uno de los ángeles con un bolígrafo rojo. Inhalo una fuerte bocanada de aire, y rasgo con una navaja el sobre que me llegó ésta misma mañana.

-Otra jodida lista...

Babuceo entre regañadientes mientras leo por encima cada uno de mis futuras víctimas de batalla.
Inhalo una fuerte bocanada de aire observando con indiferencia cada uno de ellos.
Apago la luz de noche y hundo mi cuerpo debajo de los endredones a pensar, mientras presiono el folio contra mi pecho.
Sí a pensar... A pensar en él.
Sacudo la cabeza y frunzo el ceño a observar su rostro tan resplandeciente en el regazo de mi techo...

-Jodido ángel adorable...

jueves, 27 de enero de 2011

Mmh...
Definitivamente sé que lo amo,
               definitivamente, sé que es él.
                                ¡Hey! ¿sabéis una cosa?
                                              


                            ¡¡ESTOY JODIDAMENTE ENAMORADO DE WÜRZIG!!

miércoles, 26 de enero de 2011

Porque con sólo verle, mi cuerpo se dedica a temblar.
Porque con sólo sentirte, mis labios sólo quieren besar.
Porque con sólo amarle, mi corazón no puede parar.

Te amo, mein viertes.