Una vela para el diablo no es suficiente. El fuego del infierno corroe en el interior del demonio predilecto.

viernes, 4 de febrero de 2011

11º

La alarma rompe mis más profundos y perfectos sueños.
Gruño al exhalar una fuerte bocanada de aire. Deslizo mis dedos hacia mis trenzas para enredarlas entre las puntas de los mismos.
Estiro cada músculo de mi cuerpo, y bajo de la litera de apenas un brinco. Me dirijo hacia la venta y subo la persiana a tope, arrepintiéndome cuando la luz intensa del sol, daña mis oscuras pupilas.
Restrego mis ojos, mientras me abro paso en dirección hacia la cocina buscando algo con lo que matar el rugido de mis tripas.
Deslizo la planta de mi piel por la longitud de mi tibia rascando suavemente la piel, mientras me decanto por un tetrabrick de zumo de piña.
Dejo caer el líquido en el interior de mi garganta, y cuando sacio mi sed y mi hambre, lo vuelvo a cerrar para la próxima vez.

-Con esto ya tendré hasta mañana.

Me aseguro de que cada cosa está en su sitio, mientras memorizo los nombres de mis futuras víctimas.
Subo los pantalones hasta mis caderas, dejándolos perfectamente puestos, deslizo la camiseta de algodón hasta la zona de mis muslos, y desvío la mirada para cerciorarme de que mis alas están donde deben estar.

Envaino mi espada y busco las llaves de la casa.  Cuido una vez más de que cada cosa esté en su sitio y le echo un último vistazo a mi lista. Asiento tranquilamente, y me encamino atreves del oscuro pasillo con sólo una frase en mente "se acabó".
Eso fue lo que exactamente he decidido anoche, olvidarle, arrancarle de mi vida y no volver a saber de él. Al menos eso es lo que quiero. ¿Que si me lo cruzo cuando regrese?
Pues le mataré.
No me importa.
Mi sangre se enfrió, y los demonios no se pueden mezclar con los ángeles, ni para tener una bella amistad, asi que si no me deja en paz, le mataré.
Sé que suena contradictorio, porque ayer le quería y hoy le odio.
Le odio por quererle, eso es cierto. Odio porque él ha roto mis planes, todo eso que me enseñaron desde que era pequeño, esas cosas que debía hacer en el momento justo.
Y no me importa, es lo que me dictaminó mi padre al entregarme ésta espada con una empuñadura de oro, y la voy a hacer valer.
Ningún estúpido ángel vale ni la cuarta parte de ésta espada. A si que, es momento de hacer brillar su valor en el viento y que el sol la haga destellar.
Inhalo una fuerte bocanada deileitándome del aroma a sangre que desprende mi novena víctima, y evacúo una cínica carcajada que retumba en cada uno de los recovecos de ésta oscura habitación.
Flexiono mis rodillas y me dejo elevar para atravesar la ventana y acabar con mi trabajo, volver a casa pronto. Sólo me queda éste mierda y podré volver a casa. A mi dulce hogar.
Suspiro con fuerza, y me encamino por un callejón oscuro, sintiendo como poco a poco la esencia angelical, me repugna, me asquea y me debilita... "Son muchos.."
Exclamo para mi anterior, cuando los diviso desde el rincón más oscuro. Sin conteo por encima, puedo percibir la presencia de 9 ángeles, que van a su completa bola, pero yo no tengo que matar a los 9. Sólo tengo que matar al jefe de la manada.
Desenvaino mi espada para sujetarla por la empuñadura dorada entre mis dedos. Suspiro con fuerza y en un momento de despiste, salgo de mi escondite para enfrentarme a dichos ángeles. Si tengo que matar a los 8 para matar también al jefe, lo haré... Me repugnan, malditos ángeles.
Despliego mis alas y dejo brillar la espada por la luz de un farol. Aproximo mi postura, y conteo nuevamente los cuerpos de mis víctimas: 8. Falta uno, ¡maldita sea!
Niego suavemente y me aproximo al jefe para amenazarle con la punta, rozando su cuello para quemar su piel con la esencia.

-Voy a matarte maldito bastardo. -Gruño entre dientes mientras siento su repugnante esencia colarse como el ácido por mis fosas nasales. Suspiro con fuerza ladeando el rostro, y corto su piel con el filo. Curvo una sádica sonrisa sobre mis labios y me enfrento a los restantes a base de insultos y especulaciones.- ¡Vamos malditos bastardos! ¡Venid a por mi, venga jodidos cobardes! -Les observo completamente exasperado cuando contemplo que yacen completamente fijos en su sitio.

Nada. No sucede nada. Comienzo a sentirme realmente estúpido. Pero no de mueven, ni siquiera hablan sólo me miran sin mover un dedo alguno.

-¿Qué quieres? -Uno de ellos eleva su rostro amenazando con sus gestos. Deslizo mi espada para apoyar la punta en el suelo contra mi cuerpo, cambiando mi postura a una completamente chulezca.
-Mataros. -Evacúo una nueva sádica sonrisa que retumba en cada uno de los recovecos de éste callejón.
-Pues empieza.

Una de las voces retumba a mis espalda de forma que me despisto, volviendo a sujetar mi espada por la empuñadura. Apunto hacia el ángel que yace detrás e inhalo una fuerte bocanada de aire.

-¡¡Joder Lucifer!! ¿De verdad me tengo que ensuciar las manos con estos mierdas? -Vuelvo a sonreír con superioridad. Deslizo mi labio superior por la longitud del inferior mordiéndolo finalmente con el filo de mis dientes.- Muy bien vamos a ello. -Elevo mi espada para aproximarme hacia uno de los ángeles.-
-¿Qué cojones estás haciendo?

Helado... Me quedo completamente helado cuando oigo su voz. No puede ser... ¡Me estoy volviendo loco joder!
Sacudo la cabeza de lado a lado y vuelvo a recuperar mi postura para amenazarle con la esencia. Jadeo con fuerza y elevo la empuñadura para matarlo de una. Pero algo, me lo impide, más bien alguien.

-¿Por qué lo haces?
-¿Y tú... Tú qué cojones haces aquí?
-¿Que qué hago aquí Soul? Pues es sencillo de explicar, a quienes intentas matar son mis amigos... A si que para matarlos a ellos debes primero acabar conmigo.
-No me lo pones complicado.
-Cómo veas.

Frunzo mis hombros y deslizo la punta de mi espada por su pecho observando como el ácido de la esencia quema su piel. Presiono mis labios y ladeo el rostro con constancia. Separo la punta y la coloco sobre su corazón e intento atravesarle el pecho.
Gruño, gruño y otra vez. Pero no puedo...

-¡Que te jodan!

Envaino mi espada y me pierdo entre la oscuridad desapareciendo completamente de ese callejón.
Impulso mi cuerpo con los codos abriéndome paso entre el aire, para perderme completamente en la ciudad.
No tardo en llegar a mi casa, coger la botella de tequila y me dejo caer en una esquina de mi habitación.

-Genial, me he sentenciado.

Trago una fuerte cantidad de saliva sintiendo el escozor del tequila cuando se mezcla con mis propios líquidos.
Pero sólo me apetece beber, al menos, disfrutaré de una buena borrachera cuando llegue mi última hora.
Frunzo el ceño y deslizo mi espalda por la longitud de la pared hasta tumbrarme en el vacío salón de mi casa.
Apenas la luz blanca de la luna, perfila mi silueta y la de la botella medio vacía, puesto que su alcohol restante ya recorre cada parte de mi cuerpo intercambiándose con la sangre.
Entrecierro los ojos y un par de lágrimas traicioneras, se deslizan por mis mejillas, para deslizarse una a una con fuerza...

-¿Por qué todo lo peor me sucede a mi? Maldita seas jodido idiota.

Vacío el alcohol en el interior de mi boca, para tragarlo a buchas y suspiro con fuerza, estallando en una fuerte angustia que rompe con el silencio de mi habitación.
Pero todo se paraliza incluso mis lágrimas.
Un tacto cálido, rodea mis hombros y el latido fuerte de un corazón calma mi respiración.
Cierro los ojos con fuerza, negando la realidad por unos instantes.
Elevo el rostro para observar de dónde proviene la calidad y cierro mi puño en la tela de su camiseta. Apenas separo mis labios para gesticular algunas palabras ebrias consiguiendo con vagueza pronunciar..

-Te quiero.

Sus blancas alas rodean mi cuerpo, intercambiando esencias, sientiendo un mutuo dolor pero un fuerte sentimiento.

-Shht...

Apenas susurra desde sus cálidos brazos, pero yo.
Yo me siento completamente imunisado...

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