Una vela para el diablo no es suficiente. El fuego del infierno corroe en el interior del demonio predilecto.

martes, 1 de febrero de 2011

10º

Hace varios días que no sé nada de él.
Nada.
Y cuando digo nada, es NADA.
Aunque lo cierto, es que tampoco estoy por sus lares... Si no que me he venido al país de la pasta y de los hombres con artillería.
Sí, ahí mismo, La bellisima Italia.
Puede que sea por razones de misiones. Pero no le he visto ni la punta de sus trenzas.

Sí, Itialia es hermosa, los paisajes, el amanecer, el anochecer e incluso la sucesión del día. Su principio y su fin. Tan bella... Pero más bello es él.
Y lo cierto, es que pase un día, dos o tres... No soy capaz de arrancarle de mi mente. Aún yace en un pequeño recoveco, su mirada triste desde aquella ventana... Y sigo sin comprender qué es lo que he hecho mal... Sólo he intentado hacerle ver que le quiero... Pero supongo que no es una agradable forma la mía. El espiarle contsantemente y agobiarle, acribillarle a mensajes telepáticos. Supongo que es cierto eso de que los demonios no sentimos.
Y supongo que es cierto, que se rumorea por los infiernos mi "romance" con un arcángel. A si que también supongo que por eso estoy en Italia, y no bajo su portal. Las misiones... No me extrañaría que me salieran tantas. Según uno de mis amos estoy bastante "vago" y un demonio no se gana la vida conquistando, o sastifaciendo sus necesidades vitales como el buen sexo. Si no que todo lo contrario. Asesinando a ángeles.
Y eso he hecho éstos últimos días. No me ha sido difícil. Por alguna u otra razón están más que débiles. La plaga comentan algunos, es como... La peste negra hace unos cuantos siglos atrás. Me falla la memoria para ser con exactitud -supongo que me podréis entender, los humanos a veces ni recuerdan lo que han hecho el día anterior o mismamente qué han desayunado, como para recordar más de cien guerras y doscientas batallas. Para ser sinceros, mi mente no es un pendrive que almacena de forma masiva en su interior. Ni tampoco consto de 16 GB, y la facilidad de copiar y pegar información dentro de un archivo para saberlo tal cual. Pero... ¿Sinceramente? Poco me importa.
Sin desviarme del tema...
Los ángeles están cayendo uno a uno, y la ley de compensación, -como dice el Libro de Enoc-, nos deja como una gran mayoría, puesto que La Plaga no nos afecta en lo más mínimo.
Reviso mi lista de ángeles caídos, ceriorándome de que mi trabajo no está muy mal hecho.
Finalizo la primer lista de nombres, tras tachar cada uno de los ángeles con un bolígrafo rojo. Inhalo una fuerte bocanada de aire, y rasgo con una navaja el sobre que me llegó ésta misma mañana.

-Otra jodida lista...

Babuceo entre regañadientes mientras leo por encima cada uno de mis futuras víctimas de batalla.
Inhalo una fuerte bocanada de aire observando con indiferencia cada uno de ellos.
Apago la luz de noche y hundo mi cuerpo debajo de los endredones a pensar, mientras presiono el folio contra mi pecho.
Sí a pensar... A pensar en él.
Sacudo la cabeza y frunzo el ceño a observar su rostro tan resplandeciente en el regazo de mi techo...

-Jodido ángel adorable...

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